Protegiendo la flor de la creatividad: Estandarizar no es Robotizar.
¿Qué pasa cuando esta búsqueda de perfección termina por limitar la capacidad de un equipo para crear, para innovar?
Emilio Alvarado Perez
10/23/20243 min read


Grandes desastres como el caso de Bhopal en 1984 o el Silo de Oppau en 1921, así como las prácticas de producción de Toyota durante la segunda mitad del siglo XX han cultivado una cultura industrial mundial para estandarizar en materias de seguridad, calidad, producción, salubridad, eficiencia, uso de energía, documentación, ingeniería…
Es decir, todo.
Pero, ¿qué pasa cuando esta búsqueda de perfección termina por limitar la capacidad de un equipo para crear, para innovar?
¿Por qué la estandarización es importante?
Ante todo deseo dejar en claro que mi intención no es en absoluto demonizar los marcos regulatorios. Muy por el contrario, su presencia y aplicación han logrado grandes avances en los términos recién comentados, como por ejemplo, reducción de la variabilidad, disminución de errores y aseguramiento de que volvamos sanos y salvos todos los días a casa.
Estandarizar permite la compatibilidad entre proveedores, entre usuarios, facilita la libre competencia, optimiza el uso de recursos y un sinfín de beneficios que han dado vida al mundo como lo conocemos hoy.
¿Y la creatividad?
La creatividad es el motor de la innovación, y en entornos dinámicos es esencial para adaptarse a cambios en el mercado, las tecnologías o las expectativas del cliente.
Limitar la creatividad por miedo a alejarse de los estándares puede inhibir el desarrollo de soluciones únicas o disruptivas que podrían traer enormes beneficios a la organización.
Fomentando la creatividad, dentro del marco
La clave está en saber encontrar un equilibrio adecuado:
No caer en el purismo: Creo que este punto es uno de los más importantes. Si nuestra cultura comienza a sobreestandarizar, es porque no se ha entendido el espíritu de las normas y se ahogará todo atisbo de nuevas ideas. Es como regar en exceso un jardín, terminará pudriendo las plantas en vez de alimentarlas. Pregúntate, ¿para qué necesitas profesionales altamente capacitados, con muchos títulos y especializaciones, si pretendes que trabajen de la forma que se les dice, que tomen decisiones según se les indica, usen las herramientas que están definidas y mantengan una estructura de trabajo preestablecida? Claramente necesitas robots.
Flexibilidad dentro del marco: De la mano con lo anterior, necesitamos velar porque los estándares no sean tan rígidos como para asfixiar la innovación. En lugar de imponer normas inflexibles, permite espacio para que los equipos experimenten dentro de ciertos parámetros. Los miembros del equipo poseen la flor de la creatividad, permite entonces que innoven, experimenten y generen ideas.
Espacios para la innovación: Dedica fases del proyecto para exploración creativa antes de implementar los estándares. Esto tiene especial relevancia en la fase de diseño conceptual, para proyectos predictivos. Para proyectos adaptativos, la exploración es más o menos permanente, pero la calidad no puede ser transada.
Mejora continua: Establecer un proceso en el que los estándares sean revisados periódicamente, permitiendo que las innovaciones exitosas se integren a las normativas. Lo que funcionó ayer puede que no sirva hoy. Cuidado.
Colaboración multidisciplinaria: Un equipo diverso puede ofrecer perspectivas diferentes que amplían el alcance de la creatividad, sin comprometer la alineación con los estándares.
Es fácil caer en la trampa de pensar que creatividad y estandarización son fuerzas opuestas. Sin embargo, la creatividad no tiene por qué estar en conflicto con las normas. De hecho, las restricciones impuestas por los estándares pueden ser un catalizador para soluciones creativas. Cuando el equipo es desafiado a innovar dentro de un marco definido, el resultado puede ser un enfoque ingenioso que no solo cumpla con los estándares, sino que eleve la calidad y el valor del proyecto.
La estandarización y la creatividad no tienen por qué ser enemigos. Cuando ambos coexisten en armonía, las organizaciones pueden beneficiarse de la consistencia sin sacrificar el ingenio y la innovación. El verdadero reto no es elegir uno sobre el otro, sino saber hacerlos coexistir, impulsando así el progreso.
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