Cuando suficiente significa suficiente: La Ley de los Rendimientos Decrecientes

Este concepto, originalmente utilizado en un problema agrícola, establece que, a partir de cierto punto, la adición de un recurso (como tiempo, dinero o esfuerzo) produce cada vez menos resultados en relación con lo invertido.

Emilio Alvarado Perez

10/2/20242 min read

La Ley de los Rendimientos Decrecientes es un principio económico muy presente en nuestro actuar como sociedad y necesita aplicarse tanto en nuestros proyectos como también en nuestra carrera profesional. Este concepto, originalmente utilizado en un problema agrícola, establece que, a partir de cierto punto, la adición de un recurso (como tiempo, dinero o esfuerzo) produce cada vez menos resultados en relación con lo invertido. Esta ley se puede aplicar tanto en la gestión de proyectos como en el desarrollo profesional, especialmente cuando consideramos nuestra formación académica.

Rendimientos Decrecientes en Proyectos

En los proyectos, esta ley puede observarse cuando continuamos inyectando recursos sin obtener beneficios proporcionales. Por ejemplo, integrar muchas empresas contratistas al mismo tiempo a una obra, con la esperanza de recuperar una planificación mal realizada. No va a servir y por el contrario, creará mayores problemas.

Cada nueva herramienta o equipo adicional puede mejorar significativamente los resultados del proyecto. Sin embargo, llega un momento en el que seguir añadiendo recursos ya no produce mejoras sustanciales, e incluso puede generar costos adicionales sin beneficios significativos.

En este contexto, la gestión de proyectos efectiva implica identificar el punto óptimo en el que los esfuerzos adicionales ya no generan valor. De lo contrario, corremos el riesgo de extender plazos innecesariamente o sobrecargar el presupuesto, lo que puede comprometer la viabilidad del proyecto.

Rendimientos Decrecientes en el Desarrollo Profesional

Y esta ley también se puede aplicar al desarrollo profesional, particularmente cuando se trata de acumular títulos y certificaciones. Si bien la educación continua es sumamente importante en muchas profesiones, puede llegar un punto en el que obtener más diplomas o certificados no necesariamente te hará más competitivo en el mercado laboral o aumentará significativamente tus ingresos. Es decir, consumirás tiempo (recurso irrecuperable) y dinero para obtener un retorno muy cuestionable.

Cada título adicional puede mejorar tus habilidades o tus perspectivas laborales hasta cierto límite. Más allá de ese punto, los beneficios se reducen. No harán mayor diferencia y es allí donde cobra importancia el hacer una evaluación consciente de cuáles otras dimensiones de tu ser necesitan alimentación. Quizás tus habilidades blandas requieren una mejora urgente, capacidades de comunicación, pensamiento estratégico, definir tu visión sobre ti mismo, y muchos otros más. Esto, en lugar de estudiar lo que está de moda, porque “podría servir” o simplemente para el débil “mejorar tu CV”.

El Equilibrio es Clave

No se trata de no seguir aprendiendo, sino de ser estratégico. En la medida en que continúas en tu carrera, puede que el impacto real de nuevos títulos en términos de ingresos disminuya, pero invertir en otras áreas, como el desarrollo de habilidades prácticas, la experiencia laboral o el crecimiento dentro de tu red profesional, puede tener un retorno mucho mayor.

Tanto en los proyectos como en el desarrollo profesional, la clave está en saber cuándo es suficiente. No siempre más es mejor, y entender cuándo es prudente el detenerse para evitar rendimientos decrecientes te permitirá ejercer un uso inteligente de tus recursos y maximizar el beneficio tanto en tus proyectos como en tu carrera.